No os creéis lo de los mareos? Pues creedlo, creedlo. El tío con la polla más grande que jamás he visto en mi vida (y ya he visto alguna que otra) era un francés que se ponía pálido, lívido, con los labios emblanquecidos, cada vez que se empalmaba. Se sentaba, respiraba hondo y aquel monstruo conseguía por fin pasar del estado morcillón al de plenitud de erección una vez veía satisfecha su urgente solicitud de sangre.
Por entonces yo no era aún demasiado instruido en los asuntos de la carne y no sabía valorar lo suficiente semejante capricho de la naturaleza.
Anda que si llega a ser ahora….