Depresión por el tamaño
Buenos días, amigos de Thunders Place. Hoy les vengo a explicar lo fácil que puede resultar caer en una depresión aguda únicamente por un complejo con el tamaño del pene. De igual forma me gustaría que ustedes dieran su opinión y contaran si han pasado por algo similar.
Soy nuevo en este foro maravilloso foro en el que estoy aprendiendo mucho y no sé si ya se habrá hablado de este tema. Yo personalmente nunca lo he tratado con nadie y ya que veo que aquí mucha gente expone sus casos, no voy a ser menos y voy a abrirme como nunca en mi vida lo he hecho.
Gracias a Dios tuve una infancia muy feliz. Tuve algunos problemas familiares graves, pero nada que no se haya podido solucionar. Siempre fui tímido con las mujeres hasta que un verano, cuando tenía 15-16 años, empecé a experimentar cambios físicos de todo tipo y a tener confianza en mí mismo. A partir de ahí empecé a tener contacto con muchas mujeres y la verdad es que tenía mucho éxito. Me consideran un chico apuesto, inteligente y simpático (al menos eso me han dicho) por lo que no tardé en encontrar mi primera novia, después de varias experiencias inocentes. Con esta chica perdí mi virginidad y la verdad es que los demás encuentros sexuales no fueron nada mal. Nunca me preocupé por mi físico, tenía una autoestima bastante alta. La que era mi novia, no sé si por despecho o porque lo pensaba de verdad, un día empezó a acomplejarme con el tamaño de mi pene. Empezó a decirme que su novio anterior la tenía mucho más grande, que la mía era la más pequeña que había visto y que ni se me ocurriera dejarla porque no iba a encontrar nunca a una chica que estuviera dispuesta a no recibir placer. Es decir, estaba insinuando que nunca había podido satisfacerla. Ahí empezó mi calvario.
No me dejé manipular por mi novia. Aunque sus palabras me hirieran, la dejé al poco tiempo y perdí toda relación con ella. Como dije antes, nunca me había parado a pensar en el tamaño de mi pene. Pero a partir de entonces no hice otra cosa que pensar en ello. Me comparaba con mis amigos, con gente del gimnasio y lo que es peor: me comparaba con lo que veía en el porno. Esas comparaciones me hundieron. Efectivamente comprobé que mis medidas distaban mucho de las de otras personas. En lugar de buscar cómo solucionar el problema, simplemente lo aparté de mi vida de una forma cobarde. Es decir, renuncié casi por completo a las mujeres. Esto lo hice inconscientemente, en un afán desesperado de no volverme a sentir tan mal nunca. Era inexperto y pensé que sería lo mejor por el momento. Tenía la esperanza de que algún día creciera por sí solo. Siempre me dijeron que me desarrollé muy tarde.
Los siguientes años no fueron ni mucho menos los más felices de mi vida. Volví a retomar contacto con mujeres. Tuve algunos líos, pero siempre desaparecí antes de que fuera a más, antes de que llegara el sexo. Me conformaba con esta situación. No sé cómo, pero me conformaba. Cuando cumplí 18 años y vi que la situación no cambiaba empecé a acomplejarme más todavía. Yo la seguía viendo diminuta. Al ver que ya había alcanzado el 1,80 de altura, que tenía vellos por todo el cuerpo, que mi voz ya era demasiado grande, comprendí que ya me había desarrollado y las esperanzas de que mi amiguito creciera se desvanecieron por completo. Por desgracia o por fortuna (depende de cómo se mire) chicas realmente guapas se fijaban en mi porque al parecer era un tipo atractivo. Esto más que alegrarme, me entristecía enormemente porque pensaba que cuando se dieran cuenta de mi problemilla me iban a ridiculizar y jamás querrían estar conmigo. Seguí con mi filosofía de evitar a las mujeres en la medida de lo posible. Vivía completamente acomplejado. Dejé de jugar al fútbol solo por evitar los vestuarios. También dejé el gimnasio por la misma razón. En clase de educación física pasaba penurias a la hora de cambiarme para que mis compañeros no me vieran. Incluso me resultaba imposible orinar en los urinarios de cualquier sitio, siempre buscaba con baño con puerta. La situación me superaba, sentía que nunca iba a poder ser feliz. Me empecé a sentir diferente a los demás. Sentía que no estaba hecho para llevar una vida normal. Tenía paranoias de todo tipo. Mis relaciones sociales se deterioraron y diría que incluso estaba empezando a ser antisocial. Del instituto a mi casa, esa era mi vida.
Afortunadamente, terminé el instituto. Empezaba la época universitaria y tuve la suerte de cambiar de país hace 8 meses aproximadamente. Ya tenía 19 años y pensé que sería la forma de empezar de nuevo y cambiar. Quería conocer gente nueva y dejar atrás esa etapa de sufrimiento y ese aspecto de chico raro, antipático y antisocial que mostraba antes. Las cosas fueron bien. Conocí gente nueva, hice muy buenos amigos. Y sentía que caía muy bien a la gente, que me cogían aprecio. Salía mucho de fiesta. Empezaba a ser feliz. Respecto a mi pequeño problemilla, simplemente me olvidé de él. Empecé a disfrutar de otras cosas de la vida y conseguí que mi supuesta incapacidad para tener sexo o mantener relaciones con mujeres no me afectara. Todo iba bien hasta que apareció ella.
De repente, la chica más hermosa de mi carrera se fijó en mí. Todos mis compañeros no hacían otra cosa que hablar de lo buena que estaba y de lo mucho que les gustaría acostarse con ella. Sin embargo, a mí me parecía tonta. Por más buena que estuviera, a mí me caía mal. Y yo sabía que para un simple polvo no iba a valer, así que para qué me iba a esforzar. Por casualidades de la vida, empezamos a tener mucho contacto. Ella, no sé por qué, empezó a abrirse conmigo, a contarme sus cosas y yo las mías. Descubrí que no era tan tonta como pensaba. A parte de ser hermosa, era una chica increíble. Poco a poco me fue gustando más, pero la confianza y la complicidad que teníamos eran ya tan grandes, que me llevaron a pensar que estaba en la friendzone. Hasta que un día, bailando en una discoteca, nos besamos. No sé ni cómo pasó, ella tampoco, pero fue precioso. Aun así, ella no estaba bien. Hace poco había terminado una relación con un imbécil que al había tratado muy mal y decía que no quería hacerme daño. Poco después, volvió a hablar con ese imbécil, quien se había enterado de lo que había pasado y decía que quería matarme. A mí eso me traía sin cuidado, no me asustaba, pero si me molestaba que ella siguiera hablando con él después de eso y dejé de hablar con ella por completo. Un día vino a pedirme perdón, diciendo que se había equivocado y que yo le gustaba de verdad. Yo le dije que la perdonaba pero que no quería nada con ella.
Ella, sin embargo, no se rindió e insistió hasta que yo no me pude resistir. Tenía a una chica preciosa detrás de mí. No podía dejar pasar esta oportunidad. Empezamos un romance precioso con muchos detalles y palabras bonitas. Había sentimientos. Yo ya tenía una mente mucho más positiva. Y pensaba en aquel momento en que pudiéramos acostarnos. Pensé que si ella se enamoraba de mí, mi complejo ya no importaría. Los dos haríamos lo posible para disfrutar al máximo el uno del otro. Sabía que podría salir mal, pero yo tenía mucha fe. Además soy creyente y le rogaba a Dios para que me diera la fuerza y así poder confesarle lo que me pasaba. Una vez la invité a cenar por su cumpleaños. Después, cuando íbamos en el coche y estábamos a punto de llegar a su casa, me dijo que si quería, me podía quedar a dormir. Yo sabía desde antes que ese día podría ser el gran día, por lo que todo el día había estado muy nervioso e indispuesto. No había comido y no había dormido en varias semanas pensando en ese momento, pensando en lo que podía pasar. Así que físicamente estaba demolido, lo que me echaba todavía más para atrás. Cuando llegamos a su puerta le dije que me sentía un poco mal, y demás cosas que no sé cómo salían de mi cabeza. Ella ante mis respuestas se despidió con un beso en la frente y se fue. Luego me escribió por Whatsapp “Gracias por todo”, cuando había estado una semana entera muy cariñosa y diciéndome lo mucho que le gustaba y lo mucho que sentía. Yo, como era de esperar, me quedé destrozado. Jamás en mi vida me había sentido peor. Cogí mi coche y me fui a un parking donde estuve casi toda la noche. No quería llegar a mi casa en ese estado y alarmar a mi padre. Me sentía hundido. Sentía que había perdido a la chica de la que estaba enamorado y todo por culpa de “mi pequeño problema”.
Al otro día fui al médico, pues desde hace varias semanas me sentía físicamente muy mal. Hasta ese día, yo no había relacionado estos síntomas (presentados esa noche) con mi estado de ánimo. Pero el médico me dijo que yo estaba bien; que el no poder dormir, el no poder comer, el tener vómitos, mareos, respiración acelerada, etc. Tenía que ver con algo que tenía en mi cabeza. Después de conversar un poco me diagnosticó una depresión y me aconsejó ir al psicólogo. Al principio no me lo creí, pero al llegar a mi casa y buscar en internet vi que tenía todos los síntomas y que además también tenía ataques de ansiedad. Me hundí todavía más y la llamé a ella. Quedamos para hablar. Le conté que tenía una depresión pero no fui capaz de decirle el porqué. Ella se enfadó. Me dijo que le gustaba mucho, pero que no estaba dispuesta a aguantar que a mí me pasara algo y no fuera capaz de contárselo. Que por esa razón estuvo tan seca el día anterior, porque ella pensaba que al que le pasaba algo era a mí. De todas formas, le dije que lo dejáramos, no estaba dispuesto a sufrir más y a volverme a sentir como me había estado sintiendo. Ella intentó acceder a mí de nuevo, no se resignaba, pero yo todavía me hallaba sin fuerzas, recuperándome de una depresión; me resultaba imposible pensar en ella o estar con ella sin que me entraran mis miedos y ataques de ansiedad. Poco a poco perdimos el contacto hasta que se acabó del todo. Yo seguí echándola de menos, triste. Me di cuenta de que la quería. Decidí escribirle una carta explicándole todo lo que había pasado entre los dos (todo, menos mi “pequeño problema”) y diciéndole lo mucho que me dolía que las cosas no se hubieran dado entre los dos y que era culpa mía por ser un cobarde. Ella tardó una semana en contestar, pero cuando lo hizo, lo hizo simplemente con un abrazo. Poco a poco volvimos a hablar y un día por circunstancias de la vida nos salió decirnos que nos queríamos y que queríamos estar juntos de una vez por todas. La cosa es que al otro día yo me iba por 20 días a mi ciudad, y pues estuvimos hablando por Whatsapp. Todo iba bien hasta que en un fatídico día sufrí un accidente del que apenas me estoy recuperando y me tuvo postrado en una cama por 2 meses. Ahí volvieron todos mis miedos, mis agobios y perdí el sentido común, la estabilidad mental, emocional… perdí todo. Y con mi actitud, la perdí a ella. Tal vez no me quería tanto, no lo sé. Sé que tengo la mayor parte de la culpa, pero su actitud ante mi situación no fue la adecuada. Yo dejé de hablarle y decidí alejarme de ella por siempre. Cuando no aguanté más y quise volver, ya no pude, ya todo se había acabado.
Así que ahora me encuentro aquí, solo. Echándola muchísimo de menos y lo que es peor, frustrado pensando en que todo fue culpa de mi problema. Si yo no hubiera tomado la actitud que tomé, ella habría estado dispuesta a estar conmigo estando yo medio inválido. El accidente fue un detonante de todo. Caí de nuevo en la depresión más profunda. Hoy, casi 3 meses después del accidente veo que aunque he aprendido muchísimas cosas y estoy muy motivado gracias a lo que he leído en este foro, sigo triste. En primer lugar por ella, y en segundo lugar por pensar cuando voy a volver a encontrar a una chica que me quiera y que pueda aceptar mi “pequeño problema”. La verdad es que mujeres con las cuales acostarme no me faltan, pero me aterroriza la idea de que me ridiculicen, de que me hagan sentir poco hombre. Además creo que después de tantos años sin ninguna relación me he vuelto eyaculador precoz a causa de la masturbación compulsiva (otro motivo más para sentirme inseguro). Y para rematar, aun no me he recuperado totalmente de mi accidente. No creo que pudiera mantener una relación sexual, me veo incapaz. Además me siento como si fuera virgen otra vez. Es horrible y deprimente pensar en el sexo. Aun así tengo fe de solucionar mi problema con el PE y con todo lo que leo aquí sobre el ending y los kegels para la eyaculación precoz. Pero creo que esto me tomará mucho tiempo y hasta entonces no me veo capaz de acostarme con una mujer. Y esta es mi historia. Tenía que desahogarme en algún sitio. Siento el testamento que les he escrito.
Sé perfectamente que he llevado todo al extremo. Soy un muchacho afortunado en todos los sentidos. Únicamente la tengo pequeña. Esto ha hecho que me olvide de todo lo demás. Me ha hecho darme cuenta de que soy un cobarde y una persona débil. Me arrepiento de muchas cosas. De no haber afrontado antes mi problema. Y sobre todo de no haberlo afrontado con ella. Pero lo pasado, pasado es. Estoy muy motivado, aunque no niego que a veces, cuando miro para abajo, me deprimo.
Un detalle importante es comentarles mis medidas: 12,6 cm NBP/14,2 BP. De grosor tengo 12,2 en la base y 11 justo antes del glande. Y Flácido es muy pequeño y delgado. No creo siquiera que alcance los 5 centímetros.
Gracias por escucharme, compañeros. Un saludo y salgamos adelante!