Puedo darles dos ejemplos de mi propia experiencia:
En el gimnasio al que voy hay un miembro que es realmente un bodybuilder profesional, enorme, que llama la atención enseguida. Aunque nunca miro a otro hombre en las duchas o sauna, este fue un caso inevitable. El cabrón caminaba con orgullo (tiene razón para ello), y tal vez por el calor del agua o por lo que sea tenía una erección total. ¡El pene era del tamaño de un dedo de la mano! “¡Qué pena!”, pensé, y “¡qué sorpresa!”, también pensé. Es como si diésemos por sentado que tiene que haber proporciones entre el pene y el cuerpo para que aquel esté “en su lugar”, o para que sea efectivo o funcional… En realidad una cosa no tiene que ver con la otra, pero es algo en lo cual tienen que ver las proporciones, la armonía.
En un corto de porno vi un hombre realmente pequeño, casi un enano, y el pene que ese ser humano llevaba apuntando hacia delante era descomununal. Aquí no dije “¡qué pena!” (nunca lo decimos cuando se pasa de tamaño) pero aunque admiré el tamaño, después me quedó un poco la impresión que deja algo grotesco, justamente por la falta de proporciones o de armonía.
Y repito, esto tiene en primer lugar el impacto de lo que uno espera en el individuo y del concepto de proporciones y armonía o balance entre los elementos.
¿Un gigante con un pene diminuto puede ser rechazado no por el tamaño del pene solamente sino por el contraste entre lo diminuto de ese órgano y el resto del cuerpo? ¿Si fuese un hombre pequeño con el pene diminuto sería mejor aceptado?
¿Ocurriría otro tanto en el enano con un pene enorme sólo por el hecho de la falta de proporción?
Ya sabemos que lo verdaderamente importante es cómo funciona el pene y cómo lo usa ese individuo, y cómo es aceptado en esas condiciones porque al final de todo, lo que va a la cama no es un pene sino un hombre, y es el impacto total de su personalidad en conjunto, física y mental, lo que determina.