Diccionario de sexo y drogas.
Diccionario de sexo y drogas
Hemos elaborado una guía de emergencia para que te la imprimas, la dobles, la metas en la cartera junto a los condones y a las bolsitas y, así, sepas en cualquier momento los efectos que podría tener cada sustancia en tu vida sexual.
Anfetamina: los efectos cambian mucho de un individuo a otro pero, usualmente, la anfetamina, ya sea en píldora, en inyección o en polvo (speed) provoca sobreexcitación mental y alta tensión corporal, lo que convierte el coito en una montaña rusa (momentos de gran excitación alternados con bajones o fases de distracción) y el orgasmo en una lotería en la que es muy difícil llevarse el premio gordo.
Alcohol: potente desinhibidor que ayuda a ligar y a desnudarse con más desparpajo, pero, a la hora de la verdad, gana su condición de depresor del sistema nervioso y, por eso, dificulta la penetración y el coito: a ellos les provoca gatillazos (a partir de 0’5 gramos por litro de sangre) y a ellas sequedad vaginal, anorgasmia y somnolencia.
Cafeína: un par de cafés son capaces de despertar la imaginación erótica y potenciar el morbo, pero las altas dosis de cafeína, teína, teobromina y otras xantinas lo único que hacen es poner a los amantes al borde de un ataque de nervios, deshidratándolos y alimentando unas paranoias que poco o nada ayudan a la consumación de un buen acto sexual.
Cannabis: los porros, sobre todo si son de marihuana, estimulan la fantasía sexual y disparan las sensaciones de los cinco sentidos hasta los límites del multiorgasmo. El problema es que no estamos hablando de afrodisíacos genitales, sino de todo lo contrario: los porros reducen la lubricación y, además, pueden provocar despiste (lo que lo jóvenes llaman “idas de olla”) durante el coito. Además, si una pareja se habitúa a fumar porros antes de meterse en faena, luego se aburrirán si no lo hacen y dependerán de la maría, el costo, el kif o lo que sea para intercambiar fluidos. Los efectos negativos de estas drogas empeoran si se fuma mezclada con tabaco, ya que la nicotina tiene (a largo plazo) efectos letales sobre la respuesta eréctil masculina y la lubricación femenina.
Cocaína: esta popularísima sustancia tiene una infundada fama de afrodisíaca porque, aunque esnifada en dosis moderadas puede llegar a potenciar la excitación, retardar la eyaculación y prolongar el acto sexual, a la larga, su uso abusivo y continuado provoca trastornos como disfunción eréctil en los hombres y, casi siempre, reduce la sensibilidad del coito en ambos sexos, convirtiéndolo en algo más mecánico que sentido. Aplicada directamente en las zonas erógenas, puede parecer excitante, pero no aumenta el placer, sino que hace aparecer engorrosas irritaciones.
Éxtasis: son multitud los jóvenes y no tan jóvenes que usan MDMA para aumentar el placer de sus relaciones sexuales. Y, efectivamente, el éxtasis (ya sea en pastillas, en líquido o en “cristal”) aumenta notablemente el deseo erótico, pero (siempre hay un pero) entorpece el camino al orgasmo, sobre todo cuando está muy cortado con speed y otras sustancias. En cualquier caso, potencia la sensibilidad y la espiritualidad del acto sexual, hasta el punto de generar el síndrome del “falso enamoramiento” o “enamoramiento químico”, que a veces no desaparece hasta meses después del acto tóxico-amoroso.
GHB: su nombre largo es Gamma Hidroxibutirato y es una droga sexual de culto en raves y discotecas de todo el mundo, así como en ambientes sexuales “alternativos”, tanto homo como heterosexual. Al igual que el Rohypnol, el Clonacepam y otras sustancias de fuerte poder sedante, es conocida como una “droga de la violación”, ya que administrada en cantidades altas puede provocar amnesia y desmayos que serían aprovechados por terceras personas para efectuar abusos sexuales sobre la víctima drogada. El GHB es un líquido incoloro, inodoro y con un ligero sabor salado que, una vez ingerido, provoca una ebriedad bastante fuerte.
Heroína: una de las drogas más placenteras es también la mayor enemiga del sexo, al igual que ocurre con los demás opiáceos (opio, morfina, etc). En ambos sexos, el caballo provoca un fuerte desinterés por lo que los diez mandamientos califican de “actos impuros” y favorece una actitud más contemplativa que activa en el sexo y en todos los aspectos de la vida. Para colmo, su uso dificulta seriamente la respuesta eréctil.
Ketamina: también llamada Special K o “Heroína Techno”, se trata de un poderoso anestésico para caballos que se ha popularizado como droga esnifable, bebible o inyectable en los últimos años. Como su efecto provoca un fuerte colocón en quien lo esnifa y su aspecto es muy parecido al de la cocaína, muchos canallas se lo dan a chicas o chicos para dejarlos KO y así poder abusar de sus cuerpos. Y lo cierto es que el “ciego” es tan grande que al que lo tome le dará igual 8 que 80, ya que estará inmerso en un onírico loop de alucinaciones, delirios y chiribitas. En dosis altas, provoca una “sensación parecida a la muerte”, según dice el psiquiatra ruso Evgeny Krupitsky. Como afrodisíaco, funciona mejor el día después: la resaca de ketamina es desagradable pero muy guarra y provoca desinhibición y lubricidad extrema en el consumidor medio. ¿El precio? Un buen puñado de neuronas a la basura.
LSD: se supone que es la droga del amor y del sexo, pero, como tantos otros mitos tóxicos, esto es muy relativo y depende de quién la tome, cómo la tome y, sobre todo, con quién la tome. Irse de putas puesto de ácido no es una buena idea, y la cosa puede acabar como un capítulo de la novela Miedo y asco en las Vegas. Las alucinaciones y modificaciones sensoriales que provoca el LSD pueden convertir un órgano sexual en un dios o en un monstruo. Con la mescalina, psilobicina y demás alucinógenos ocurre exactamente lo mismo.
Popper: inhalante vasodilatador muy popular en el mundo gay, porque relaja los músculos del esfínter y, por consiguiente, facilita la penetración anal. El problema es que sus efectos duran muy poco (unos dos minutos) y, por eso, hay que estar inhalando continuamente durante el acto. Para colmo, el popper suele dejarte la cabeza dolorida, el pene blando y el corazón taquicárdico.
Nota final: cada persona es un mundo y cada droga un universo y, además de factores tan variables como cantidad y calidad, también está la frecuencia con la que se consuman estas drogas. Todo ello puede hacer que los efectos de cada droga en la sexualidad de una persona sean prácticamente imprevisibles: los comentarios aquí vertidos son aproximativos. Eso sí, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que, por regla general, las drogas alteran la percepción y, por ello, aumentan el riesgo de embarazo y de contagio de enfermedades de transmisión sexual.
FUENTE: Noticias ADN.es
Saludos.
puppet_07 /Penemanual.com nos está robando
No sabré hacerlo, no ha producido jamás buen resultado. Probaré a hacerlo, ha obrado casi siempre maravillas. Lo haré, ha conseguido milagros.۞ Todo lo que es grande, una vez fue pequeño.