Es a algo mucho más común de lo que parece. A mí también me cuesta mucho mear en público, aunque nunca he tenido problemas con mi pene. Me chifla ir a la playa y no tengo bañador desde los 16 años (tengo 35), me gusta practicar nudismo. En el vestuario del gimnasio ando desnudo sin problemas y hablo con los colegas sin preocuparme de si tengo la polla arrugada o no.
Pero a la hora de hacer pis… pues me corto un poco (creo que cada vez menos). En los servicios de los cines, por ejemplo. Tal vez me dé algo de morbo; creo que van por ahí los tiros, no sé.
Me las he ido ingeniando para mear en esas circunstancias. Ya sabes, tirar de la cisterna para así animarme con el chorro del agua, relajarme y reírme de lo tonto de la situación (entonces sí que orino!) o simplemente no comerme el tarro y mear en un reservado con váter. Al fin y al cabo, qué más da! Cada uno es cada uno y tiene sus “cadaunadas”, hombre! ¿Qué porras! Ahora resulta que todo son patologías nuevas y no sé qué movidas más. Si uno se corta, pues se corta y punto.
Por otra parte, y aunque no tenga mucho que ver con el tema, a mí me gusta mear sentado (sobre todo si estoy en casa o en un lugar donde los váteres puedan pasar la prueba del algodón; si no es así, siempre se pueden forrar las tazas con papel higiénico antes de sentarse). Las ventajas son varias:
a) se orina más relajadamente,
b) se pueden expulsar cómodamente los gases que a veces sobrevienen al relajar los esfínteres,
c) es posible secar mejor la gotita traidora del final (sin sorpresas de chorretes cuando guardas la minga en el pantalón, como ocurre al mear de pie),
d) no hay problemas con la altura del urinario si eres bajito o más alto, o si el fontanero que lo instañó hizo carrera en Alemania, donde ya sabemos que todos son muy altos, y resulta que te coincide el invento a la altura del ombligo
d) y no salpicas, con lo que ni te mojas ni manchas nada.
De la misma manera, me gusta cagar apoyando los pies sobre una superficie elevada (uso una tina honda dada la vuelta, tal y como se recomendaba en un viejo artículo de la revista “Integral”. Así se adopta la postura natural para defecar (semejante a la que tenemos cuando cagamos de campo), facilitando el peristaltismo (movimiento intestinal) y usando únicamente los músculos abdominales, en lugar de ponernos sentados con el tronco en ángulo recto con las piernas y forzar así la postura.
De esta forma la defecación resulta “copiosa y placentera”, como se decía en la revista. Es como si el cuerpo encontrase su posición natural. Pruébalo y verás.
Saludos!