Hola, yepyep,
Yo soy muy tardón. Puedo aguantar lo que quiera. En ocasiones me ha llegado a agobiar lo que tardo en correrme, sobre todo cuando el otro tío ya ha eyaculado y repite sin cesar “dame tu leche de una vez”, “venga, córrete ya”, “joder, cómo tardas” y otras lindezas similares.
Ya ves que el mundo anda mal repartido.
En alguna ocasión ya he explicado en este foro cómo un amigo mío solucionó su problema, muy similar al tuyo. Él se corría al poco de penetrar, y se quedaba algo frustrado. Yo le propuse un juego: que no la metiese hasta el fondo, sino sólo hasta la mitad, y al llegar a cierto número de introducciones, metiese todo el pene hasta el final.
Las reglas establecían que la cadencia o ritmo la escogía él mismo. Por ejemplo, contaba hasta cuatro, en voz alta, las semipenetraciones, y al llegar a cinco era cuando la metía toda. Cuando le daba la gana, cambiaba el ritmo (la introducía completamente al llegar a cuatro, o a seis, o a siete).
En ocasiones, mientras jodía de esta manera, le pedía al tío que recibía su herramienta que contase en voz alta. Y al llegar a la penetración total el follado exhalaba el número entre jadeos de emoción creciente: “uno… dos… tres… cuatro… ciiiincooohhhh”.
En esta manera de follar no hay prisa, todo se ha de hacer despacio, disfrutando del tiempo. El follador se sentía visiblemente más amo, más castigador, como manejando la situación con su tranca y el impulso de sus caderas.
Cuando quería verter toda su leche, bastaba con acelerar el ritmo y olvidarse de contar, es decir, abandonar el juego y entregarse a sus impulsos.
El follado quedaba asombrado con el control y dominio del que penetraba, como cautivado o sometido a los designios que marcaba éste, abriéndole lentamente la carne para después arrojar sobre él una lluvia de golpes de cadera que lo llevaba al éxtasis entre las oleadas de placer que sólo puede sentir quien ha sido bien servido.