El post operatorio de esta segunda cirugía fue bastante largo e incómodo.
El gran edema que tenía en el prepucio tardó casi una semana en desaparecer y poco a poco todo fue volviendo a la normalidad. No tuve, excepto ese pequeño episodio de hemorragia inmediatamente después de la intervención, no tuve, decía, ninguna complicación posterior. Sólo la incomodidad de las curaciones y el cuidado natural.
Al principio tenía pánico de tener una erección, pensaba que se podía abrir la herida o algo por el estilo, pero no podía controlar las erecciones nocturnas que habitualmente acompañan a los períodos REM* del sueño.
Con el correr de los días, al ver que no había consecuencias, me sentí cada vez más seguro. Yo quería ver ¡qué había pasado con mis medidas!
Una vez desaparecido por completo el edema, yo veía a simple vista que mi pene definitivamente NO estaba más grande que antes, es más ¡hasta parecía más chico!
Lamentablemente, no podía realizar una medición certera pues la medición no podía ser BP, dado que justo tenía el corte de la cirugía exactamente en el lugar donde hay que hacer fuerza con la regla para poder llevar a cabo dicha medición.
Ante esta situación, fui a ver al cirujano para plantearle la inquietud.
La respuesta fue que, como aún estaba muy inflamado el pubis a raíz de la operación, el tamaño era sólo aparente y que, una vez desaparecida completamente la inflamación, los centímetros ganados (que según él debían ser entre dos y tres) se dejarían ver sin problemas.
Aclaro en este punto, que la intervención había consistido en la desinserción del ligamento suspensorio dorsal, manteniendo en su lugar los ligamentos transversos y sin una posterior inserción hacia distal como algunos cirujanos prefieren.
Dicho en otras palabras: algunos cirujanos “cortan” el ligamento y lo “atan” más abajo para no perder tanto el ángulo de erección. En este caso, supuestamente, no se había hecho el segundo paso para obtener una ganancia mayor, pero sacrificando ángulo de erección.
Sin embargo, desde que me permití tener erecciones completas por sentirme ya más seguro, yo observaba que el ángulo de erección era prácticamente normal. Es decir, cada persona posee un ángulo de erección que le es propio y que depende de varios factores, pero en mi caso, un ángulo de noventa grados con respecto a la vertical era prácticamente normal.
Sería aquí tedioso y estéril para el relato, abundar en detalles de las idas y venidas con los cirujanos en el tiempo siguiente.
Transcurrido ya más de un mes, y una vez que pude realizar una buena medición BP, observé que, no sólo no había ganado dos o tres centímetros, sino que había perdido uno ¡Tenía el pene un centímetro más corto que antes de la operación!
¿Tiene alguno de ustedes, por ventura, idea de mi situación?
Cumplidos los dos meses de operado, los cirujanos ya sin excusas, me dijeron que la operación había sido exitosa, que estaba bien hecha, pero que había “adherencias” por la cicatrización interna, que impedían que el pene asomara completamente y que había que removerlas en forma quirúrgica, que habitualmente no pasaba, pero que era una posibilidad y que a mí me había “tocado”. Sin embargo, había que esperar que se cumplieran seis meses para poder volver a operar.
Si alguien cree que esto termina acá hasta la próxima operación, se equivoca de medio a medio.
A medida que pasaba el tiempo, yo observaba que estaba cada vez peor.
Pasados cuatro meses, concurrí a ver nuevamente a uno de los cirujanos porque estaba desesperado ¡mi pene no dejaba de acortarse!
La explicación fue que se estaba produciendo una “retracción”, pero que se iba a solucionar cuando se removieran las adherencias.
Y aquí hago un pequeño paréntesis en la historia.
En la actualidad, a ningún cirujano se le ocurriría realizar una operación de este tipo sin instruir al paciente para que aplique tracción sobre el pene en el post operatorio, mientras se produce la cicatrización interna de las distintas capas que con cortadas en el acto quirúrgico. Es fundamental el hanging en esta etapa para que los tejidos se cicatricen con el pene estirado, de lo contrario, se produce exactamente lo que me pasó a mí: una retracción tremenda.
Una vez cicatrizado el pubis, se puede reemplazar el hanging por cualquier otro dispositivo de tracción.
Obviamente esta tracción debe ser moderada, lo suficiente como para mantener el pene estirado, pero sin hacer más fuerza que eso.
Evidentemente este tema no se conocía hace 20 años, o por lo menos yo no lo conocía y, demás está decir, mis cirujanos tampoco.
Los meses posteriores fueron muy malos, no físicamente pues estaba ya completamente recuperado (aunque con un pene cada vez más corto) pero sí psicológicamente. Fueron meses de angustia y zozobra, pensando si podría revertir la situación o quedaría así definitivamente.
Parecía una jugarreta del destino ¿verdad? ¡Tanto hacer para estar peor que antes!
Me permito estos comentarios, pues deseo transmitir a lo que se puede enfrentar una persona que decide seguir este camino, tanto física como psicológicamente.
Próxima: tercera operación.
*REM: Rapid Movement Eyes (Movimiento rápido de los ojos)